Un proyecto de funicular en Mallorca.La carretera Sa Calobra está llena de rincones secretos e historias fascinantes, cómo esta. En el km. 2,250 antes del Nudo de la Corbata. En los años 20, un selecto sector de la burguesía mallorquina vislumbró el gran futuro turístico de la isla. Estos hombres tenían en su mano las claves del éxito, un cierto proyecto de país y la necesaria capacidad financiera.
Algunas de sus iniciativas sentaron las bases de una prosperidad que nos llegaría muchos años después. Otras, como esta, se quedo en proyecto y nunca llegó a realizarse, aunque no por falta de voluntad y empuje de sus promotores. Esta es la historia de los hombres que un día quisieron construir un funicular en el Puig Major que empezaba a los pies de la carretera a Sa Calobra.
Corrían los primeros años 30 cuando un grupo de mallorquines, animados por el auge del turismo, concibió un fantástico proyecto: construir un funicular aéreo que llegara hasta la cima del Puig Major. Por aquellos días se había construido el Hotel Formentor, la ocupación hotelera registraba más de 300.000 estancias anuales, y los cruceros turísticos con escala en Palma traían a la isla unos 60.000 visitantes. Era el momento de apostar por un turismo de alto nivel, de concebir proyectos capaces de potenciar al máximo las posibilidades de una isla cuyo nombre empezaba a sonar en los ámbitos económicos y financieros de Europa.
En base a estos planteamientos se creó la sociedad Funicular Aéreo del Puig Major S.A., encargándose a A. Parietti el proyecto. Este se puso en contacto con diversas empresas alemanas, las únicas que en aquel entonces disponían de la capacidad tecnológica que el proyecto exigía. De hecho, se desplazaron a Mallorca un equipo de técnicos alemanes que visitaron los terrenos en los que debía realizarse la obra, y determinaron la viabilidad de la obra.
La elaboración del funicular que superaría un desnivel de 715 metros en recorrido de 2016 metros, con un desnivel medio del 36%. Por la línea tenían que circular cabinas con una capacidad máxima de 25 personas más el conductor, y el trayecto duraría 8 minutos. Se preveía que podría hacer un total de 6 viajes la hora, con circulación máxima de 150 pax cada hora en cada sentido. El presupuesto era de 2 millones, y en la estación superior habría un restaurante y un observatorio.
Tras lograr la concesión de la explotación de la línea durante 99 años y conseguir los permisos oficiales propios de una obra de tal envergadura, los promotores desembolsaron la mayor parte de las acciones, llegando incluso a realizar las obras de desmonte necesarias para habilitar la plataforma sobre la que debía asentarse el edificio terminal inferior.
Pero todas aquellas ilusiones fueron a chocar con los planteamientos belicistas de un hombre que, pocos años después, sembraría el terror y la desolación en toda Europa: Adolf Hitler. Por orden del Führer, toda la capacidad tecnológica de la industria alemana debía ponerse al servicio de la producción de material bélico, desechando cualquier proyecto de otra índole.
El tratado España-USA de 1953 y las instalaciones de la base militar del Puig Mayor (1958-59), ayudaron a desterrar definitivamente la idea de seguir con la construcción del funicular.
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